02 setiembre, 2008

Gente

Hace poco pensaba en las personas que he conocido a lo largo de mi vida y no pude menos que sentirme afortunada. La vida me a puesto en el camino a gente maravillosa.

El domingo vino a casa mi amiga Ceci y su familia. A ella la conocí en 4º año de secundaria, en el liceo de Solymar. Yo era nueva allí, ella no. Yo era un lio con patas, ella superprolija y sus notas estaban siempre bien. Nos entendimos pronto y junto con otro grupo de chicas eramos dinamita.
Con quince años, Ceci me enseñó la importancia de la tenacidad. "Yo no soy inteligente", me dijo una vez después de salir de un escrito, "y cómo todo me cuesta mucho, entonces trabajo más duro para que me vaya bien".
Yo sigo pensando que ella es brillante.

Nos dejamos de ver por cosas de la vida, pero tuvimos contacto telefónico unos tres años después , me la crucé en la calle de casualidad tres años más tarde. Fue entonces cuando conocí a su esposo. Hace dos años, nos encontramos otra vez porque la vida así lo quiso. Nos pusimos al día. Era madre de dos chiquitos y viuda y poseedora de dos títulos. El segundo, el de fonoaudiologa obtenido después de quedarse sola.
Digno de Cecilia.

El domingo vino a casa la Ceci con sus hijos divinos y con su pareja que parece un tipo bárbaro. Tomamos mate, charlamos hasta por los codos, nos reímos, recordamos, nos despedimos con la promesa del pronto reencuentro...
Gente exquisita.

Soy una tipa afortunada.



2 comentarios:

Câline dijo...

Qué bonito mantener una amistad con tanto tiempo y situaciones tan difíciles entre medio. Eres una mujer muy afortunada, no deberías olvidarlo!

Anónimo dijo...

Que lindo lo que contas :)