Ayer las calles de la Ciudad de la Costa, tenían un aspecto peculiar. Hacia dónde quiera que uno mirara, habían grupos de niños disfrazados de brujas, fantasmas o espectros. Para ser un país en dónde la tradición de Halloween es relativamente nueva (no sé si llegará a diez años), cada año se nota con más fuerza.
Hace algún tiempo, era raro ver que se celebrara éste día, no recuerdo que fuera más allá de algún festival organizado por algún comerciante para que los más chicos del barrio se divirtieran un rato. Hoy ya es todo un fenómeno cultural. Las casa que vendían artículos para éste día, se vieron desbordadas y terminaron sin stock. Las fiestas en los pubs y discotecas fueron dedicadas a ésta temática (con concurso de disfraces y toda la cosa). Los comercios estaban adornados con calabazas y telas de araña. Por último, si la iniciativa privada no fuera suficiente sensor de lo que está pasando en la sociedad uruguaya, ésta mañana me encontré con una calabaza sonriente que daba la bienvenida a los clientes de la empresa de agua del estado (OSE).
Por un lado ésto que les cuento, por otro, el sector de la población que despotrica y se razga las vestiduras en contra de éstas festividades, argumentando que no es propia de la cultura uruguaya, que es impuesto por los yankis, que es para fomentar el consumismo y no sé cuantas otras cosas más...
Soy honesta, yo no me crié con Halloween los 31 de Octubre y no deja de llamarme la atención todo éste fenómeno. Es más, lo miro con cierta extrañeza, pero no me desagrada, por el contrario, me gusta. Es una fiesta pagana.
Continuará...
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